jueves, 7 de junio de 2012


 La Amazonia se merece más que palabras, se merece acciones










Habitantes de nuestro planeta


Reportaje fotográfico 


















Del bikini a la guerra


Aunque parezca mentira, Mogadiscio fue una hermosa y cosmopolita ciudad con discotecas, chicas que iban a la playa en bikini y elegantes bulevares hasta 1991, cuando estalló la guerra que ha destruido, desde entonces, la capital de Somalia.
Entre los edificios devastados por las bombas que hoy abundan en el paisaje urbano de Mogadiscio, aún se avistan las ruinas de joyas arquitectónicas que evocan una belleza ya marchita.

Pero hay que visitar una exposición titulada 'Mogadiscio ahora y entonces: Un homenaje fotográfico a la ciudad más herida de África'.Se inauguró esta semana en la sede de la Alianza Francesa en Nairobi, para hacerse una idea del esplendor devorado por la guerra.
Unas cuarenta instantáneas, unas en color y otras en blanco y negro, sumergen al espectador en un didáctico viaje fotográfico que, vistas las cicatrices del conflicto, resulta también descorazonador.


Promesas incumplidas:


Carne y cuero procedentes de la deforestación


Hace un par de años denunciábamos la mayor causa de deforestación en la Amazonia brasileña: la expansión de la cabaña ganadera. Y es que más del 70% de las zonas deforestadas en Brasil, son ocupadas por ganado para la producción de carne y cuero, convirtiendo a este país en el mayor exportador de carne y cuero del mundo.



 

Gracias al apoyo de muchas personas conseguimos 
una gran victoria. La empresa brasileña JBS, la
mayor empresa a nivel mundial de la industria ganadera, anunciaba, en 2009,  su compromiso para 
erradicar de su cadena de suministro el ganado procedente de zonas recientemente deforestadas, respaldando la demanda de Greenpeace de “Deforestación Cero”.


El cuero de JBS, entraba a Europa en forma de calzado llegado a las cadenas de suministro de marcas internacionales como Nike, Timberland y Clarks. La presión de los consumidores hizo que estas compañías firmaran un acuerdo para que no se comprara carne ni cuero vinculado a la destrucción del bosque primario más grande del Planeta.

En España, Adolfo Domínguez, S.A, prescindió de su proveedor de cuero brasileño y en estos años ha estado dando pasos muy importantes para que sus productos sean respetuosos con el medioambiente.

Durante este tiempo, Greenpeace ha trabajado en el terreno para confirmar los compromisos adquiridos, y desafortunadamente el análisis confirma que las buenas intenciones de JBS han caído en saco roto. La mayor empresa ganadera sigue comprando carne y cuero de granjas asentadas en zonas ilegalmente deforestadas e incluso ocupando territorios de comunidades indígenas.





Pero esto no es todo. La ganadería tiene un impacto social nefasto en la Amazonia, ya que aglutina la mayor parte de la mano de obra esclava de Brasil. Y JBS y las granjas asociadas son gran parte del problema. JBS viola reiteradamente la legislación laboral.

¡Y con todo este historial, el gobierno de Brasil figura como el mayor accionista de JBS, con una participación del 30% en la empresa!


La campaña continúa haciendo seguimiento de empresas que se proveen de cuero, así como de otros supermercados europeos y brasileños que demandan carne de vacuno. Informamos y damos evidencias sobre los impactos de estos productos y muchas de estas empresas acaban cancelando todo vínculo comercial con JBS, y así se desvinculan también de la deforestación amazónica.



miércoles, 6 de junio de 2012

Un planeta plastificado


Estos días están proyectando en Madrid el documental “Plastic Planet”, de Werner Boote, que trata de mostrar la cara oculta del plástico. Esa que hay detrás de su versatilidad, durabilidad y bajo coste (que, quizás, no es tan bajo). Lo hace redescubriendo una historia de medio siglo. Cuando en los años 50, el abuelo de Werner Boote mostraba orgulloso a su nieto los modernísimos productos de plástico -”ese material tan versátil y en plena expansión”- no sabía lo que iba a ocurrir medio siglo más tarde. No sabía por aquel entonces que ahora, con todo el plástico que se encuentra sobre la faz de la tierra, se puede “plastificar” el planeta hasta seis veces. Seis capas de plástico... Probablemente, tampoco sabía que los aditivos que se utilizaban, y aún se utilizan, en los plásticos hoy corren por nuestra venas y están en nuestros tejidos. Y que, además, éste es parte del precio por no haber estudiado previamente los efectos potenciales de las sustancias que se ponían en el mercado y que hoy sabemos que provocan gravísimas alteraciones en nuestra salud y en la de nuestra descendencia.


 Ni se imaginaría que, es tanto el plástico vertido al entorno y tan lenta su degradación ambiental, que a modo de “sopa” podemos encontrar grandes extensiones oceánicas de 60 partes de plástico por cada parte de plancton en la columna de agua. Ni siquiera pasaría por su cabeza la imagen de los enormes trozos de plástico con los que algunas aves alimentan a sus crías al confundirlas con alimento y cómo provoca en ellas, no solo una lenta intoxicación sino, en ocasiones, la muerte por bloqueo gástrico, inanición o asfixia. Y seguro que lo que menos se imaginaba es que su nieto, quien pasó su infancia cautivado por el olor y el sabor del plástico, iba a dirigir una película documental llamada “plastic planet” con una intención muy clara y es que todo el mundo conozca lo que la industria química ya sí que sabe de sobra, aunque se lo calle. 




 Que los efectos de haber introducido ese material tan versátil en nuestra vida, hasta los últimos rincones, ha condicionado la vida tal y como la conoció el abuelo de Werner. Para algunas especies, hasta un nivel de supervivencia y para cada vez más personas, a una calidad de vida empobrecida y truncada por enfermedades tales como el cáncer, la diabetes, la obesidad o la infertilidad...