miércoles, 16 de mayo de 2012

Pueblos indígenas


Los últimos cien pueblos indígenas, bajo la amenaza de los 'Safaris Humanos'


Más de un centenar de pueblos indígenas de todo el mundo han decidido rechazar el contacto con el mundo exterior. Son los pueblos más vulnerables del planeta y, por desgracia para ellos, "el reducto más exótico" para los turistas, según denuncia Survival, que alerta de que la globalización y los avances tecnológicos permiten viajar cada vez a zonas más remotas, en menos tiempo y con menos dinero. "Esta es la última frontera que queda por exhibir y debe ser infranqueable", ha sentenciado la portavoz de la ONG, Raquel García.
El pueblo indígena de los jarawa es uno de los más afectados. Sus cerca de 320 miembros viven en la selva de Andamán del Sur y Andamán del Medio, en una pequeña isla de la India, y se han convertido en una de sus principales atracciones. Cazan cerdos y lagartos, capturan peces y recolectan semillas, bayas y miel. Este pueblo ha vivido sin contacto con foráneos durante, posiblemente, unos 55.000 años, hasta 1998. Hoy en día, una carretera ilegal atraviesa la selva donde viven --convertida en reserva de caza-- y les expone a nuevos peligros.
El director de Survival, Stephen Corry, ha recordado que los jarawa se llaman a sí mismos 'ang', que significa 'ser humano'. Sin embargo, advierte de que se les está mirando como a animales. Diversos vídeos han demostrado cómo los vehículos de turistas paran en la carretera cuando avistan a estos grupos para que los extranjeros arrojen galletas y caramelos. Los policías, implicados en los sobornos, obligan a los miembros de la tribu a bailar "como si fuesen animales de circo", tal y como denuncia García, quien insiste en que se trata de una actividad "denigrante" para ellos.
Además, ha alertado de que varios niños han sido atropelladoscuando corrían hacia los coches para recoger los caramelos que les lanzaban. Unos alimentos que, por otra parte, pueden provocar graves problemas en una población, que posee unos hábitos alimenticios muy diferentes. La ONG afirma que imponer el desarrollo o el progreso a los pueblos indígenas no les hace más felices ni más saludables. "De hecho, los efectos son desastrosos", concluye.





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