Los khantys son seminómadas, como la mayor parte de los pueblos ganaderos. En su hogar, la taiga siberiana, las temperaturas pueden llegar a 50 grados bajo cero, por lo cual crecen muy pocas especies.
Tradicionalmente, los khantys se han desplazado siguiendo a sus renos, a veces cobijándose en “chum” (tipis de piel de reno), y otras en casas de madera en las que se tiene una hoguera siempre encendida para mantener el calor.
Las casas se aíslan rellenando el espacio entre los troncos con musgo. Los khantys dependen en gran parte de los renos para su alimentación y su sustento, ya que obtienen la mayor parte de su dieta de estos animales.
También cazan y pescan, recolectan bayas y venden los renos y pieles que han cazado para comprar, a su vez, otros artículos.
Los khantys fueron perseguidos bajo el régimen soviético en los años treinta; sus hijos fueron trasladados a internados, y se asesinó a sus chamanes. Pero hoy son las compañías petroleras las que son una amenaza.
La explotación petrolífera de la tierra khanty está contaminando sus bosques y lagos sagrados, mata a los renos y ahuyenta a otras presas. Las compañías petroleras suelen entrar en sus tierras sin consultar a los khantys o les engañan con falsas promesas de compensaciones.
Muchos khantys han sido expulsados de sus tierras y no tienen ya renos. No pueden más que vivir en “Aldeas Nacionales”, lejos de sus territorios de caza ancestrales, donde se han vuelto dependientes de la Administración y de las compañías petroleras para sobrevivir.
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